Después de mucho entrenamiento, de algún dolor que otro y de varios kilómetros, ha llegado el momento de la prueba de fuego, la carrera para la que llevaba semanas preparandome: el 10k internacional de Santa Pola.
La experiencia no pudo ser mejor. Creo que todo el mundo que debuta en algún tipo de prueba de este estilo tienes sensaciones similares. Mezclas los nervios con las ganas de empezar y sobretodo, tienes las sensación de no saber muy bien qué estás haciendo allí...hasta que suena el disparo y echas a correr. Al pasar el primer kilómetro miras el reloj y piensas: coño! no sabía que podía ir a este ritmo...afloja macho que queda mucho. Te da miedo apretar el ritmo, te da miedo adelantar, pero disfrutas como un enano viendo a tanta gente participando de una cosa que les produce exactamente lo mismo que a ti. Sentirse un héroe olímpico entre los vecinos que te dan ánimo al pasar y que incluso te hacen alguna foto, no es nada descabellado e incluso te da fuerzas suficientes para poder continuar.
Al final 46:52 ó 46:10 en tiempo real. Estoy muy satisfecho con el resultado, yo me imaginaba en unos 49 o 50. Después de unas cuantos días de descanso y de una pequeña lesión de espalda, retomamos el entrenamiento con la intención de atacar los 45 minutos.
